Por: Jorge Soto Daza.
La tecnología nos cambió. De eso no nos queda la menor duda. Aunque en algunos casos haya sido para bien, también nos ha cambiado para mal. ¿Como así que si yo no miro tus estados en el watsap tu tampoco miras los míos? Eso es desamor. El amor es lo que mueve el mundo, para bien, el desamor no. El desamor cuaja desinterés, desapego, desarraigo y tantas otras cosas que no nos hacen bien; que no nos deja vivir tranquilos.
El encierro a que fuimos sometidos por culpa del Covid en ese fatídico mes de marzo del 2020, nos desapegó del amor que nunca debimos dejar salir de nuestro corazón. Con amor todo es más fácil. Todo fluye más bacano. ¿Te imaginas una relación sexual sin amor? ¿Sólo por saciar las ganas? Sería lo mismo que un beso entre dos bobos. Pura baba.
El amor es la fuerza que mueve al mundo. Sin amor el mundo se atolla, tal y como estamos ahora, atollaos. Esa es la cultura que debemos promover. ¡No podemos vivir pensando en saciar nuestras ganas, también debemos pensar en saciar la de los demás! Parafraseando a cualquier desprevenido cristiano protestante, “no hemos venido al mundo a ser servidos, vinimos a servir”. De otra manera estaremos llamados a desaparecer antes de la víspera.
Mientras no haya amor que corra por nuestro torrente sanguíneo, seremos como el río Rancheria en épocas de invierno, lleno de troncos y cuanto palitroque exista; con el amor fluyendo en nuestra sangre también cual caudaloso río, pero tranquilo, cristalino y sin tanto palo que nos trastorné el vivir. Como dijera el filósofo de La Junta: “se las dejó ahí”…
