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Intervención del presidente Gustavo Petro en el encuentro de alto nivel ‘En defensa de la democracia: luchando contra el extremismo’

Digamos que, oyendo el discurso de (presidente de Estados Unidos, Donald) Trump ayer, recordé a un escritor antiguo, antiguo del siglo XX, que murió en 1971, Gyorgy Lukács, se llamaba. Gyorgy era húngaro y había estado en la revolución húngara, por allá, años A, años 20. Y pasó, como todos los intelectuales de aquella época, la persecución nazi.

Y, en 1954, escribió un libro que se llama ‘El asalto a la razón’. Lo recordaba ahora con el economista Jeffrey Sachs, que está aquí también, saludos a (Joseph) Stiglitz.

‘El asalto a la razón’ es la idea intelectual de escribir sobre cómo evoluciona, en la sociedad y en estas configuraciones nazis que existieron antes del 33, un pensamiento social que va dando el paso a la irrupción de (Adolf) Hitler en el 33, cómo unos liberales de la República de Weimar (ciudad alemana) deciden entregarle el poder, porque Hitler nunca fue mayoría o no fue mayoría electoral en ese momento, la mayoría electoral era socialdemócrata y comunista, divididos y matándose entre sí.

Los socialdemócratas de ese entonces fusilaron a Rosa Luxemburgo, en los años 20, también; después esa división permitió el ascenso de Hitler, pero además de las circunstancias políticas, una circunstancia mental de la sociedad, una especie de impotencia de dejar que el irracionalismo fuera tomando el espacio intelectual en un país como Alemania, que se jactaba de tener los mejores filósofos del mundo.

Anoche, pues ayer, lo que yo vi fue eso mismo.

En el discurso de Trump, y le he preguntado a muchos ciudadanos de Estados Unidos, aquí, que me he encontrado, ¿cómo está la sociedad de los Estados Unidos? Pues las nuestras las conocemos, pero la de aquí, una ciudad relativamente libertaria como Nueva York, centro de unas luchas enormes en el pasado y aún hoy, o California, etcétera, porque si la sociedad norteamericana pasa al irracionalismo, que fue a lo que invitó Trump, no a la ciencia, no a la razón, el asalto a la razón, pues estamos en unas circunstancias previas a una barbarie generalizada.

Y ante eso, digamos, si uno vuelve a recoger estas propuestas totalitaristas en la historia, casi siempre se han basado en dos ejes: el miedo de la gente y la mentira.

Mentira (Joseph) Goebbels, mentira, hoy los medios de comunicación en manos del gran capital, mentira la posibilidad de una Inteligencia Artificial mucho más brutal, mucho más bruta, en términos de manipulación de la información. Si el conocimiento, que llaman nube, que es el intelecto general de la humanidad en la historia acumulado aquí en el presente, se privatiza, y por algo Trump estaba en el día de su posesión al lado de los señores Elon Musk y el dueño de Facebook (Mark Zuckerberg), de Microsoft (Bill Gates), etcétera. Entonces aquí hay una discusión pendiente, que es global: ¿Va a haber dueños privados de la nube, es decir, del intelecto acumulado de la humanidad, digitalizado? o ¿va a ser un dominio público global? Y ese es un primer punto de discusión que, creo, Europa puede ayudarnos mucho en esto, más que nosotros mismos, que no hemos desarrollado mucho este tema.

Pero este tema de la mentira y la verdad hoy es un campo de batalla, y hay que darle armas a la verdad y esto significa poner la ciencia al lado, la razón al lado de la sinrazón, y la batalla tiene instrumentos concretos, debates, espacios concretos, fuerzas concretas.

La otra parte es el miedo.

Los miedos de la humanidad

¿A qué le tienen miedo hoy? Voy a terminar, ya estoy aquí finalizando. Los chilenos son más disciplinados que los colombianos ¿o no? Nosotros bailamos mejor, entonces perdemos los tiempos. Vamos a invitar a (expresidenta de Chile, Michelle) Bachelet a bailar aquí en las Naciones Unidas, ojalá en la Secretaría General, a dónde nos inviten.

Hay que entrar pisando fuerte, o si no… Por eso, yo propuse un ejército de la salvación del mundo, pero hasta ahora Indonesia ha respondido con un sí importante, de eso también tenemos que hablar. Porque aprendí en mi juventud que no solo con palabras se entiende el ser humano y, sobre todo, ahora.

Entonces, ¿a qué miedos?

Los miedos, yo los resumo en tres grandes miedos, no son los únicos: miedo a la crisis climática, es evidente, se ve todos los días, así se niegue, aparece.

No hay necesidad de explicarlo mucho y cada vez será peor. Por lo que sabemos de la ciencia, nos acercamos al colapso, eso da miedo, miedo a morir, miedo a que los hijos mueran.

Cualquier señora de Nueva York con hijos pues tendrá miedo. Como la superación de la crisis permite no generar miedo y entonces tendríamos una alianza en la humanidad, pero si la humanidad se deja ganar del miedo de la crisis climática y, sobre todo, de lo que proponemos para solucionar. Termino.

Proponemos, en cierta forma, así se lee o así puede ser manipulado, acabar con el confort y estas son sociedades de confort. Europa, las clases medias latinoamericanas, Estados Unidos, confort.

Vamos a quitar el carro, vamos a quitar la casa con el hollín, vamos a quitar el transporte movido por gasolina, etc. Vamos a quitar todo lo que se haga con petróleo y todo lo que se hace, todo, está casi hecho con petróleo.

Entonces, el mundo del bienestar está carbonizado. Cuando hablamos de descarbonizar, entonces, se iguala quitar el mundo del bienestar y, obviamente, esto implica un discurso diferente, porque cómo se puede crear confort con la descarbonización, cómo el arte puede ser confort y otras, bueno, no exploro más por tiempo.

El otro miedo es el miedo a la mujer. Y el tercer miedo, es el miedo al migrante. Miedo a la mujer libre.

¡Oh, sí! Los hombres que he visto por ahí en Colombia le tienen, muchos, un enorme susto a ver una mujer, per se, bella e inteligente, los apabulla. Les gusta verla bella, pero no inteligente para poderla dominar.

Pero cuando se junta belleza –y no me refiero a la belleza que nos imponen, sino a la belleza que cada ser humano tiene en su propio espíritu cuando lo expresa–, a la inteligencia, entonces asusta al hombre la pérdida del poder, que lo ha tenido por milenios.

Y esa pérdida del poder lleva al hombre a la extrema derecha. Y ese es otro de los miedos que hay en la humanidad.

Y el tercero es al migrante.

Gran discusión actual. La discusión sobre migrantes ha tapado la discusión de crisis climática y ha sido premeditada, porque la discusión sobre el migrante trae votos en las sociedades racistas, y muchos y mayorías. Y, entonces, la izquierda, el progresismo, se ha pegado a la necesidad de ganar mayoría.

Tiene su lógica, pero en las sociedades racistas, a veces, consiste en doblar los principios que dicen que somos iguales, libres y solidarios.

Entonces, un discurso en Europa, sobre todo, progresista –Pedro (Sánchez, presidente del Gobierno de España)– tiene que mirar con cuidado, ¿sí? El enfrentar el racismo, no convivir con él, es decir, una política antimigrantes, igual en Estados Unidos, igual en Colombia, porque tenemos migraciones fuertes, igual (presidente de Chile, Gabriel) Boric en Chile, discúlpeme la discusión, y en todas partes que le otorgue derechos al migrante.

Es un ser humano y todo ser humano es sujeto a derechos en cualquier parte del mundo y cualquiera que sea el color de su piel, y cualquiera que sea la reacción racista aun mayoritaria de una sociedad, el progresismo tiene que estar allí. Termino Boric, discúlpeme.

Quizás el poder se discuta en Europa no solo con las urnas a donde van solo los blancos, arios, porque los otros no tienen el derecho de ir a la urna, pero los otros y las otras tienen la calle.

Por eso, vemos grandes movilizaciones europeas y derrotas del progresismo en las urnas. Si se juntan ambas: la calle y las urnas en una estrategia política, juntamos la mayoría hoy del pueblo europeo que es diverso o del pueblo aquí en Nueva York que es diverso o en todas partes del mundo y progresismo vuelve a ser mayoría y, por tanto, poder.

Dejo aquí, dejo estas ideas. Me pasé un poquito Boric, pero disculpe.

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