Opinión

Se nos vinieron los 500 años y … nada

Por: Efraín Matos Padilla.

Así de sencillo, nada.

Santa Marta, la ciudad que lo tiene todo, para ser la primera en todo, no ha podido ser posesionada en el lugar de privilegio que le corresponde, por no haber contado nunca a través de su historia, con una dirigencia capaz para hacerlo.

Se apresta para cumplir 500 años de su fundación, pero sigue adoleciendo de servicios básicos importantes, como el de agua potable y saneamiento básico y está sumida en ese largo letargo del que no se ha sobrepuesto.
Esa desidia y desgobierno, se nota desde sus inicios, pues desde la colonia, no contó con dirigencia diligente de peso ante los Reyes españoles, que eran los que decidían la suerte de nuestras provincias.

Contamos con una belleza natural exuberante de la que la naturaleza proveyó a la ciudad más antigua del continente suramericano, como para ser emporio del turismo en todas sus manifestaciones, pero no se ha logrado avanzar. Cuenta con las playas, bahías, más Bellas de nuestro litoral Caribe, pero eso no de ha sabido explotar.

Contamos con la impresionante Sierra Nevada, única a orillas del mar, que cuenta con todos los pisos térmicos desde el caliente tropical de sus costas, hasta los fríos picos Nevados, Rica en fauna y flora, con toda la historia de nuestros pueblos indígenas ancestrales, con gran riqueza hídrica, de la se abastecen, tres departamentos, Guajira, César y Magdalena, además de contar con gran riqueza ictiológica, que no se ha sabido aprovechar y aún con los adelantos de la ciencia y Tecnología seguimos con una pesca artesanal, que a duras apenas alcanza para el consumo local, desaprovechándose como industria comercial a gran escala.

Ni los de ahora, ni los del cambio, ni los de antes, ni mucho menos los de la colonia, han sabido aprovechar los atributos de Santa Marta, para posesionarse en el sitio que se merece.

Llegan los 500 años y no hay nada para celebrar, porque hasta la clase política dirigente se acabó y sólo se cuenta con un solo senador y dos representantes a Cámara, que son más figuras decorativas que positivas para el desarrollo de esta bella e hidalga ciudad, dos veces Santa, que permanece inundada de aguas residuales en sus sitios emblemáticos, el Rodadero, Pescaito, María Eugenia y el Centro Histórico y padece de un desabastecimiento crónico de agua potable, con racionamiento permanente.

Así que no hay nada que celebrar, porque hasta el Gobierno central, ha manifestado, que no hay nada que celebrar, porque se trata de una nefasta conmemoración.

Son 500 años de olvido, de abandono y de Soledad, parodiando a nuestro Novel, Gabriel García Márquez.

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