Por: Jorge Soto Daza.
El que crea que se las sabe todas está totalmente equivocado. En muchos temas somos unos grandes ignorantes. Todos los días estamos llamados a aprender algo. Es más, los grandes eruditos en diferentes temáticas siempre desconocerán otros muchos campos del saber. Por esa y por otras razones no podemos pensar que sabemos más que los demás. Existe un gran grupo de personas, que por el hecho de ser doctos en algún campo de la ciencia, se consideran por encima de sus congéneres.
El habitante de calle por mencionar un ejemplo, conoce como el que más, la forma de sobrevivir a la intemperie; conocen las propiedades de la caña de azúcar representada en la panela, la misma que les da la energía para no desfallecer cuando les hace falta el alimento diario. Hay otros como el conductor de vehículos en tramos largos de viaje, que para no dormirse se toman una coca cola con una aspirina y se mantienen alertas en tramos de muchas horas de recorrido.
La capacidad de aprender cosas nuevas, por su parte, también es un don que poseemos todos los seres humanos y que es entregado por Dios apenas salimos del vientre de nuestras dadoras de vida. Otros que creen sabérselas todas son los policías en los retenes de las carreteras, se creen sicólogos y sostienen conocer al conductor que va fallo de documentación; en algunos casos sí; son muchos los que se ponen nerviosos cuando ven los seis conos rojos y los uniformes de la poli, pero hay quienes tienen los nervios acerados y , aún estando sin el Soat y sin la tecnomecánica, se encarrilan por la derecha para ser revisados.
El policía, creyendo que éste conductor tiene todos sus documentos, (claro, la mayoría trata de evitarlos) lo recibe con un “circule, circule”. Quien crea que se las sabe todas y que no le hace falta nada por aprender, es porque ya está muero. Nadie se las sabe todas. Por eso siempre es bueno leer, leer sobre todo tema. No hay mejor universidad que la lectura. Claro, acompañada paralelamente de la práctica vivida.
