Por: Jorge Soto Daza
Pasó la era de la marimba del siglo pasado y la de los capos de renombre. Lucho Barranquilla, Julito Jiménez, Tin Sanchez el hombre Marlboro y tantos otros, hicieron historia en este sub-mundo y aún están en la mente de quienes pasan de 50 años de edad. La mayoría no están con nosotros porque compraron el etiquete para el viaje final. Otros se retiraron del negocio… Muchos pensaron que la nariz de los gringos y de los europeos se había hastiado de la coca colombiana. Craso error…ellos, europeos y gringos, nunca han dejado de consumir.
La prueba son los golpes que día a día vienen dando las autoridades, a la nueva estructura de bandas delincuenciales, nacidas entre otras razones por la falta de oportunidades laborales en nuestro país, pero también por la voracidad de quienes se acostumbraron al dinero fácil, y al poder que todo esto representa.
Claro, la tecnificación también hizo su aparición; aunque todavía se utilizan malaberes heredados de esa antigua mafia, tales como llevar la ‘merca’ en lanchas rápidas hasta altamar, para ser recepcionadas por grandes embarcaciones, aparecieron buzos de profesión que pegan el kilaje a la carcasa de los barcos, pero también, es camuflada entre alimento para reses y no precisamente en los puertos.
El cuento sigue porque la nariz extranjera es insaciable; un kilo de coca pura en Colombia puede costar hasta 5 millones de pesos, pero en las calles de Nueva York su precio alcanza los 170 mil dólares. Saque cuenta, multiplique y verá si rinde o no rinde. Claro que ese precio resulta hipotético, si como se sabe, allá también la hacen rendir cuando llega al tabique de quien compra su dosis personal.
Redituable negocio. Redituable y que además representa dinero constante y sonante, mientras que usted como trabajador normal no puede conseguir. Por las anteriores y otras razones más, la nariz extranjera continua recibiendo la coca colombiana, la que en la mayoría de las veces parte de nuestra costa caribe colombiana…
